La depresión

Del latín depessio, que significa opresión, encogimiento o abatimiento.

El término depresión aparece por primera vez en la literatura médica a finales del XVIII. Desde entonces, este vocablo fue utilizado para denominar a las alteraciones afectivas de tristeza o dolor moral. La depresión fue el sustituto de la melancolía, término empleado desde la época Hipocrática para llamar a las enfermedades  del alma.

Son tres los rasgos que han definido a la depresión (melancolía) a lo largo de la historia. La tristeza, la inhibición psicomotriz (se produce una incapacidad afectiva para responder adecuadamente  a las diferentes situaciones ambientales. La persona se siente incapaz de pensar, sentir, actuar como lo hacía antes) y el sufrimiento psíquico.

Las primeras referencias científicas a la melancolía (depresión actual) aparecen en los escritos hipocráticos en el siglo IV a.C. «La melancolía es una alteración del equilibrio que debe existir entre los cuatro humores del organismo (sangre, flema, bilis amarilla y bilis negra) con predominio de la bilis negra sobre los demás».

CAUSAS

En la actualidad, no existe una etiología clara que explique, por si misma, la causa de la depresión. Algunos autores apuestan por una hipótesis biologicista, afirmando que se trata de una alteración orgánica; mientras que otros abogan por una hipótesis más psicosocial y defienden que la depresión es una respuesta del individuo cuando éste se siente incapaz de afrontar una situación. Parece que la hipótesis más factible es una suma  de ambas; por lo tanto la depresión es el resultado de una combinación de factores genéticos, bioquímicos y psicológicos.

De esta manera, una persona con una predisposición genética es más vulnerable a padecerla, pero si además sumas otros factores como sucesos vitales negativos, bajo apoyo social, dificultad para afrontar los problemas, baja autoestima, sentimientos de ineficacia personal…. La probabilidad se incrementa muy notablemente. Por otro lado, puede que esa persona presente una gran resiliencia, lleve una vida activa, una dieta sana y haya adquirido las estrategias necesarias para gestionar su mundo emocional y las exigencias del día a día, y a pesar de tener una predisposición, nunca llegue a encontrarse deprimida.

La persona con depresión presenta niveles más bajos de determinados neurotransmisores, como son la dopamina, noradrenalina y serotonina. Sin embargo, los científicos no están seguros de si los niveles disminuidos de estos neurotransmisores contribuyen a la depresión, o por el contrario, la depresión provoca su disminución. Breves pinceladas sobre las hormonas implicadas en la depresión;

  • La dopamina o «La hormona del Placer». Está implicada en la activación de los sistemas de recompensa cerebrales, sobre todo, del núcleo acumbens. La reducción de la actividad dopaminérgica se ha asociado con anhedonia, apatía y problemas en la socialización.
  • La Noradrenalina o «La hormona del Estrés» un neurotransmisor que se ha relacionado con la motivación, las respuestas de lucha y la regulación del sueño, apetito y conducta sexual. Además, influye en la neuromodulación de los mecanismos de recompensa, aprendizaje y memoria. En el caso de que ocurra una disminución de los niveles de noradrenalina, la respuesta orgánica natural será cansancio físico, agotamiento mental, mal humor, falta de interés y apatía.
  • Serotonina o «La hormona de la Felicidad» es la responsable de mantener el equilibrio del estado de ánimo. Puede afectar al comportamiento social, al apetito, al sueño, a la memoria y a la respuesta sexual.

Según la OMS (2017): 

  • En España 2,4 millones de personas sufren depresión (5,2%).
  • El número de personas que padece depresión en nuestro país ha aumentado en un 18,4% entre el 2005 y 2015.
  • Los países a la cabeza del ranking Europeo de personas que viven con depresión son Ucrania (6,3%), Portugal (5,7%) y Rusia (5,5%).
  • Afecta más a personas mayores. Más del 7.5% de mujeres y del 5.5% de hombres entre 55 y 74 años presentan depresión.
  • Cerca de 788.000 personas al año se quitan la vida por depresión.

TRATAMIENTO

La depresión es un trastorno del EA que conlleva un malestar y sufrimiento psíquico para la persona y sus allegados, y por ende, debe ser reconocida y tratada. La intervención dependerá de cada caso en particular, siendo los factores más determinantes el tipo de depresión y las características personales de quién la padece. Lo ideal, es un tratamiento integral, en el que se puedan combinar, en el caso de que fueran necesarias, intervenciones psicoterapéuticas, psicosociales y/o farmacológicas. A grandes rasgos, podríamos decir que el tratamiento de elección para la depresión leve y moderada es la “Psicoterapia”; y para depresiones graves o resistentes, “Psicoterapia + Psicofarmacología”.

 

Los antidepresivos más utilizados son los Inhibidores de la Recaptación de la Serotonica (fluoxetina, paroxetina, citalopram, escitalompram y sertralina), los Inhibidores de la Recaptación de la Serotonina y Noradrenalina (venlafaxina, desvenlafaxina y duloxetina) y los antidepresivos atípicos (trazodona, mirtazapina y bupoprión).

Como he escrito a lo largo del post, la depresión es una realidad actual, que causa dolor y sufrimiento; la etiología es múltiple, al igual que el tratamiento. Es curable, y su pronóstico, con una adecuada intervención, favorable.  En definitiva, la depresión es un grito, una llamada que hay que escuchar y responder, responder con una solución que ayude al sujeto a convertir el llanto en sonrisa y el sufrimiento en alivio.