Narciso

AMARSE A SÍ MISMO HASTA LA DESTRUCCIÓN

Narciso hijo del dios del río Cefiso y de la ninfa Liríope fue concebido cuando Cefiso se enamoró y violó a la ninfa Liríope, atrapándola con sus sinuosas corrientes. Preocupada por su futuro, Liríope consulta al vidente Tiresias, quien le dice que su hijo llegará a la vejez si “jamás se ve a sí mismo”.

Narciso, un joven muy hermoso, no valoraba el amor que hombres y mujeres, dioses y ninfas  sentían por él. Cuenta la leyenda, que la ninfa Eco, castigada por Hera, solo podía repetir la última palabra se enamoró de él. Narciso despreció su amor cuando ella solo fue capaz de responderle con sus propias palabras. Eco se desvaneció hasta su muerte, deseándole que se enamora y que nunca pudiera poseer al objeto de su amor.

El  narciso simboliza el renaciomiento, los nuevos comienzos y la llegada de la primeravera. También es símbolo del amor no correspondido.

Némesis, la diosa de la venganza, escuchó su ruego. Un día, para apaciguar su sed, Narciso se inclina sobre el agua de una fuente y reconoce su rostro, de una belleza excepcional. Empieza a desearse a sí mismo, y se convierte a la vez en su propio amante y en su único objeto de amor, lo que le veda cualquier forma de contacto con otros. Acaba suicidándose cumpliendo así la predicción, su cuerpo no se encontró, en su lugar se encontró una flor, el narciso.

EL NARCISIMO EN EL PSICOANÁLISIS

Freud toma el término de narciso de P. Näcke (1899), aunque más tarde señala que fue H. Ellis (1898) el primero en describir una conducta perversa en relación con el mito de Narciso. S. Freud lo introduce en la teoría psicoanalítica como una etapa en la evolución sexual intermedia entre el autoerotismo y el amor objetal. “El sujeto comienza a tomarse a sí mimo, a su propio cuerpo, como objeto de amor”. Como posterior escribiría su discípula L. Andreas-Salomé, “el narcisismo no se limita a una etapa particular de la líbido, sino que, constituyendo nuestra parte de amor hacia sí mismo, acompaña a todas las etapas».

Freud se da cuenta de que aparece un conflicto entre dos aspectos de sexualidad, uno dedicada al Yo y el otro orientado hacia las personas, estando ambas interconectadas, “cuanto más aumenta una, más se empobrece la otra”.

Michelangelo Merisi da Caravaggio, 1913.

Existen muchas acepciones del término narcisismo, pero siguiendo el pensamiento freudiano, el narcisismo primario designaría el primer narcisismo, el del niño que se toma a sí mismo como objeto de amor antes de elegir a objetos exteriores y el narcisismo secundario sería una vuelta sobre el yo de la líbido hasta entonces invertida en objetos.

DESORDENES NARCISISTAS

El término “perversión narcisista” fue acuñado por Paul Cluade Racamier,  que la definió como una perversión moral y no sexual, no erótica sino narcisista. “Consiste en una propensión activa del sujeto a alimentar su propio narcisismo en detrimento del de los demás”. El sujeto intenta aliviar un conflicto interior, enmascarar sus propias fallas narcisistas enfrentándose a los demás; los humilla, desprecia e infravalora. El otro es un mero instrumento para su satisfacción. El perverso Narcisa muestra una gran necesidad de triunfar sobre los demás, dominándoles. El placer del otro solo importa para su propio enaltecimiento. El triunfo será mayor si la humillación y la derrota son públicas. Sin audiencia la esta perversión se queda en nada, aunque a veces la víctima puede servir como público. Ojo, el perverso narcisista busca la admiración, el impresionar, NO EL SER AMADO, ya que podría poner en crisis todo su sistema defensivo. 

Por todo ello, es importante diferenciar el narcisismo presente en todo individuo y el narcisismo como patología. Citando a Aristólteles, la virtud es el justo medio entre dos extremos, por tanto el sujeto sano mantendrá un equilibrio entre amarse a sí mismo y amar al otro.