Duelos

CONVIVIENDO CON EL COVID

En tiempos de pandemia el duelo aparece en primer plano. Pérdidas y más pérdidas. Puede que uno haya tenido que vivir la pérdida de una pareja, de un padre, de una madre, de un amigo o de compañero de vida. Pero no solo nos afectan las pérdidas de nuestros seres queridos, sino que existe un cambio en nuestra forma de vida. Trabajamos perdidos, proyectos paralizados, viajes pospuestos. Las reuniones familiares y sociales están prohibidas, muchas de las actividades de ocio son peligrosas. La distancia interpersonal es la manera que tenemos de sentirnos protegidos y de proteger al que tenemos enfrente. Y eso implica dejar de tocar, de abrazar, de besar, de sentir el cuerpo del otro porque podríamos poner en peligro su vida y la nuestra.

Algunos hablan de la nueva normalidad, otros rechazan esta palabra. Y, aunque nos duela, el mundo ha cambiado, y nosotros con él. Y este cambio impuesto, del que no podemos escapar, supone una reacción emocional, más o menos intensa, en la que pueden surgir emociones como la tristeza, el enfado, la frustración, el miedo, la angustia o el pánico. 

Las personas llaman a los médicos de atención primaria pidiendo ayuda. Se sienten mal. Aparecen alteraciones en el estado de ánimo, en el sueño o la alimentación. Estados de estrés, de tensión y de angustia.  La mente y el cuerpo reacciona ante esta situación. Es NORMAL. Pero la reacción de la mayoría de los médicos es la de medicar. Ante el mínimo síntoma de malestar recetan una pastilla, como si se tratara de una cuestión meramente química.

Estamos viendo la gran demanda de personas que solicitan ayuda por la pérdida de un ser querido. Elaborar el duelo resulta muy complicado cuando es una muerte no esperada, como están siendo todas las muertes provocadas por este virus. Además, los rituales simbólicos que nos ayudan a procesar la pérdida en muchos han tenido que ser pospuestos o no se han podido realizar. 

Son momentos difíciles. El sistema sanitario está desbordado. Las personas estamos cansadas y agotadas de esta situación de crisis permanente. En psicología, como en el resto de las especialidades, la atención es a través del teléfono o por videollamada, pudiendo, en casos excepcionales atender cara a cara. Resulta muy complicado poder satisfacer las demandas con los recursos de los que disponemos.

Todas las facetas de esta crisis permanente generan una sensación global de agotamiento y malestar. Buscar ayuda es una reacción natural y adaptativa. Y, aunque sea un problema mundial, la forma en la que cada uno lo vive y lo afronta es singular. La psicoterapia se convierte en la herramienta a través de la cual uno es escuchado, entendido y comprendido. Es esencial saber que no estamos solos, que hay un Otro que está con nosotros, que nos acompaña en esta lucha y que nos sostiene en la aflicción, para con el trabajo terapeútico ir acercándonos a la superación y transformación personal.