TDAH ¿Realidad o ficción?

Existe una gran controversia que gira en torno a si el TDAH es un trastorno neurobiológico de origen genético y curso crónico o una construcción diagnóstica, sin base real, forjada a través de los intereses de la industria farmacéutica y respaldada por el contexto social en el que nos encontramos.

Según la CIE-10, los rasgos cardinales son el déficit de atención y la hiperactividad. Para poder ser diagnosticado requiere la presencia de ambos, que deben manifestarse en más de una situación (por ejemplo; en clase, en la consulta) y excluye la presencia de otros trastornos (trastornos generalizados del desarrollo, trastornos de ansiedad, trastornos del humor y la esquizofrenia).

Se estima que lo padecen entre un 3 y un 7% de la población infantil y es uno de los trastornos más importantes dentro de la salud mental infanto-juvenil constituyendo cerca del 50% de su población clínica. 

En España, algunas clínicas, ofrecen análisis genéticos por 400 euros centrados en analizar el metabolismo de la dopamina. Estos estudios ¨aseguran¨ predecir la respuesta al tratamiento farmacológico, conocer la predisposición genética a padecer el trastorno e informar sobre riesgo de comorbilidades; ¿será cierto que estén por delante de la ciencia y de la clínica psiquiátrica y neuropsicológica?

Algunos estudios señalan que el TDHA presenta una heredabilidad del 75%; otros que tienen determinadas anormalidades en las áreas del sistema nervioso central involucradas en la atención, inhibición y conducta motora; y otros, que existen niveles por debajo de lo normal de noradrenalina (NA) y dopamina (DA); pero… ¿se puede estudiar el TDHA sin una definición clara y consistente de qué es y de qué síntomas han de considerarse como clínicamente significativos?

Lo que no cabe duda es que el TDAH es constructo psicopatológico de diagnóstico controvertido que genera polémica a nivel mundial en la sanidad, en los colegios y en las familias; y que como realidad social, familiar y personal hay que abordarla y encontrar una solución.

¿Normalidad o Patología?

Sami Timimi, psiquiatra infantil británico, acuña la expresión “Mcdonalización de la infancia” refiriéndose a la patologización de diagnosticar y medicar problemas normales que los adultos tienen con los niños y adolescentes; típicamente, problemas de conducta relacionados con la atención y dedicación a las tareas que “debieran” realizar, ¿encajaría el TDAH con este término?

Si bien es cierto, las características clínicas de estos niños frecuentemente se superponen con las conductas propias del desarrollo normal; siendo imposible establecer un punto de corte entre normalidad y patología.

Para quienes están a favor de que el TDAH es una invención de los laboratorios y de la sociedad, tienen argumentos para defenderlo. El coste de los fármacos en 2015 fue de 4.200 millones de dólares y en España, 70 millones de euros.

Actualmente no existe una definición clara del trastorno ni de los síntomas significativos. Su etiología es aún desconocida y la prevalencia varía notablemente en función del país, de la época y del sistema de clasificación. Tampoco existe un protocolo de evaluación; la información obtenida está basada fundamentalmente en la información de los padres y profesores; y no hay ningún tratamiento considerado efectivo; aunque usualmente se recomienda un abordaje multimodal, que en la práctica, en muy pocas ocasiones se realiza.

La realidad es que el «TDAH» se ha convertido en un problema que implica a padres, hijos, profesores y clínicos. Y más allá, podemos decir que el TDHA es un problema que incluye a todo  ciudadano debido a sus consecuencias familiares, sociales, culturales y económicas.